Los errores gramaticales e imprecisiones lingüísticas son comunes incluso entre aquellos que hablan su propia lengua materna. A continuación veremos algunos de los problemas que traen de cabeza a los propios angloparlantes al hablar inglés, y algunas recomendaciones.

grammar-mistakes-ieltsNi siquiera aquellos que son nativos en una lengua están inmunizados contra los errores gramaticales o las imprecisiones lingüísticas. Basta con prestar atención a alguna conversación ajena (o propia) para comprobarlo.

Por eso, conocer las “patadas al diccionario” más frecuentes en un idioma que estamos aprendiendo puede ser muy útil cuando tengamos la necesidad de utilizarlo. Y, de paso, poder llegar a corregir a alguien que está empleando su lengua materna.

Como explican los responsables de la agencia The Good Copy en un artículo publicado en ‘The Guardian’, hay peculiaridades del inglés que todos deberíamos tener en cuenta, tanto angloparlantes como aprendices que se estén sumergiendo en dicho idioma. Vamos a analizar seis de ellas.

1. Las Mayúsculas no son tan Importantes

Es uno de los errores clásicos, también en español. Es muy habitual que nos encontremos con mensajes publicitarios que recurren a las mayúsculas para enfatizar la Increíble Importancia de un Producto de Última Generación. Hay otras herramientas (propiamente lingüísticas y expresivas) que sirven para realzar la importancia de un concepto, pero utilizar mayúsculas sin ton ni son no es una de ellas. Ni siquiera teniendo en cuenta que en inglés, los títulos sí utilizan mayúsculas: un ejemplo común es “Star Wars”, que se escribe “La guerra de las galaxias” en español.

2. Confundiendo los pronombres relativos

El inglés recurre a “that”, “which”, “who”, “whom” y “whose”, que en muchos casos, terminan reduciéndose al muy socorrido “that”. Los autores recomiendan darle algo de vidilla a “who” (un equivalente a nuestro “quien”), y dejar aparcado un rato el “that”. Otro par de consejos: dejar de utilizar “who” para los animales, porque puede parecer más o menos tierno si lo utilizamos para referirnos a nuestro humanizado perro Toby, pero resulta más extraño para hablar de la araña que nos acecha en un rincón de la cocina.

3. Unir todo con una coma

Una de las cosas que refleja mejor nuestro buen o mal uso del idioma que la puntuación. Uno de los signos más evidentes de que tenemos problemas a la hora de organizar la información es la utilización indiscriminada de la coma. No debemos utilizarla para unir dos proposiciones principales sin un enlace o una relación de significado clara. Es el caso de “hemos pensado que podríamos salir a cenar esta noche, voy a tender la ropa porque acaba de terminar la lavadora” (pero no de “podemos ir a comer fuera, hace buen tiempo”, donde existe una relación de causalidad). Como alternativa, podemos recurrir al punto y la coma, un recurso poco empleado pero muy útil.

4. Los problemas de los apóstrofo’s

Hubo un tiempo en el que, por imitación del inglés, muchos nombres de establecimientos terminaban con el consabido “’s”. Pero los angloparlantes también tienen problemas en este sentido: a veces forman el plural, erróneamente, de dicha manera (“banana’s”). Como recuerdan los autores del artículo, por lo general, dicha regla es incorrecta salvo en dos ocasiones. Cuando se trata de la contracción de “it is” (“it’s”) o que estemos utilizando un genitivo sajón, como ocurre con “Stephen King‘s ‘The Shining‘”.

5. La trampa del “which” y el “that”

Según explican los autores australianos, pocas cosas dan más quebraderos de cabeza a los anglófonos que las oraciones relativas. En este caso, recuerdan que la convención exige que “which” se utilice para las subordinadas explicativas (“non-defining relative clauses”) y que “that” se emplee en las especificativas (“defining relative clauses”). Es decir, “the boy who talked to me yesterday is looking at me” para especificar que es ese y no otro y “we can use my car, which was repaired last week”, simplemente para ampliar la información.

6. Ultracorrección y más allá

En español lo sabemos bien. Decir “me olvidé comprar” en lugar de “me olvidé de comprar” o “Bilbado” en lugar de “Bilbao” son errores garrafales. En inglés ocurre algo semejante con “Tim and me are going to the milk bar” y “Tim and I are going to the milk bar”. Aunque muchos angloparlantes piensan que esta última versión es la correcta, los autores recuerdan que debemos utilizar “me” cuando su rol es de pronombre objeto, como ocurre en “Hey, Tim, want to come to the milk bar with me?” (¿Dónde ven el apóstrofo aquí, por favor?).

Tres consideraciones finales

No es lo mismo estilo que error. La primera de ellas, un recuerdo a todos los que consideran que solo hay una única manera de escribir y hablar correctamente. Hay determinadas cuestiones, como las cursivas, la utilización de “comillas” o el lugar de los puntos dentro o fuera de una cita que quedan a gusto del autor, al margen de los errores.

No es lo mismo una convención que una regla. Número dos: al igual que ocurre en el español, donde la RAE ha centralizado las reglas a seguir, la larga tradición del inglés ha provocado que se confundan las recomendaciones con las reglas. Es el caso de comenzar una frase con una conjunción. Pero no tiene por qué ser así: como recuerdan aludiendo al diccionario Merriam-Webster, no hay ningún problema con empezar una oración con “y”. Otra cosa es que esto se convierta en una fórmula repetida hasta la saciedad.

No es lo mismo hablar bien que no adaptarse. Número tres: aunque la utilización de términos arcaicos quede bien si estás escribiendo una novela sobre el Londres victoriano o la Inglaterra medieval, no lo es tanto si lo que nos traemos entre manos es una novela moderna. En otras palabras, mejor utilizar “among” y “while” en lugar de “amongst” y “whilst”.