¿Cuál es la edad idónea para que los niños comiencen a aprender inglés? Mientras algunas fuentes aseguran que la formación en idiomas para bebés estimula su capacidad intelectual, otros expertos niegan que haya estudios que avalen esta tesis.

Una duda común entre los padres con sus hijos es saber la edad a la que conviene comenzar a inscribir a los niños en cursos extraescolares de inglés.  El hecho que España se sitúe a la cola de Europa en el conocimiento de otras lenguas desde hace décadas contribuye a aumentar la ansiedad de quienes consideran que aprender idiomas desde la cuna es imprescindible para mejorar el desarrollo intelectual y favorecer las oportunidades futuras de las nuevas generaciones.

Algunos centros de formación en idiomas han identificado esta demanda y la han convertido en una oferta educativa. Aunque en España han tardado en asentarse y no están ni mucho menos consolidados, hace años que existen en el mercado cursos de inglés para niños de entre 0 y 3 años. Uno de los incentivos que utilizan en sus anuncios comerciales las escuelas que ofrecen esta formación temprana es la mayor capacidad de los bebés para el aprendizaje de sonidos de distintas lenguas, así como los supuestos beneficios que aporta esta enseñanza precoz en su capacidad intelectual.

Los efectos cognitivos del plurilingüismo en los niños pequeños son a menudo motivo de discrepancia entre la comunidad científica y educativa. Existen consensos entre los investigadores sobre algunas de las ventajas que aporta el aprendizaje de dos o más idiomas en los bebés: “Muestran una actitud más favorable hacia la diversidad cultural y tienen más conciencia metalingüística (lo que significa que son capaces de reflexionar sobre la lengua desde la infancia)”, confirma Carme Muñoz, coordinadora del Grupo De Investigación en Adquisición de Lenguas (GRAL) de la Universitat de Barcelona. Pero eso no significa que sean más inteligentes: “No hay ningún estudio que demuestre científicamente que los niños bilingües desarrollan un mayor coeficiente intelectual”, matiza la experta.

La clave es la exposición a las lenguas

Ivette Vilalta, directora de una franquicia de inglés situada en el Eixample de Barcelona que ofrece cursos para niños a partir de los tres meses de edad, explica que el método de su escuela –presente en 36 países de todo el mundo- se basa en el aprendizaje natural: “Los niños nacen con la capacidad de aprender varios idiomas a la vez. Nuestro método consiste en trabajar las conexiones neuronales a partir de los tres meses de vida, porque la capacidad de aprender sonidos se va perdiendo con la edad (…) Cuanto antes empecemos a introducir información en su cerebro, más natural es el aprendizaje, no sólo para asimilar lenguas extranjeras, sino también para estimular su capacidad de desarrollar nuevas habilidades intelectuales, como el pensamiento lógico o incluso matemático”. La clave –puntualiza- es “que estén expuestos (a otras lenguas) de forma regular”.

En este punto coincide la visión de la formadora con la opinión de la catedrática de Filología Carme Muñoz: “Es cierto que en los primeros meses de vida somos capaces de discriminar sonidos de distintas lenguas, y que eso se va perdiendo a partir de los seis meses de vida, porque a partir de entonces los niños se especializan en los sonidos de su propia lengua”. Esta selección de sonidos se hace en función de la exposición que se tenga a las lenguas.

En los niños que son bilingües funcionales -esto es, que están expuestos de forma cotidiana a más de una lengua- se detecta una mayor eficiencia en las tareas de laboratorio que requieren suprimir o inhibir un estímulo y seleccionar otro, lo que científicamente se conoce como la atención selectiva: “Su tiempo de reacción a los estímulos en esas tareas es más rápido, porque están acostumbrados a alternar lenguajes diariamente”, razona Muñoz. Pero esta práctica de suprimir una lengua para utilizar otra distinta sólo se consigue cuando las dos lenguas se utilizan con normalidad, no simplemente asistiendo a clases de inglés una, dos o cinco horas a la semana, ni tampoco se puede deducir que esta habilidad implique que los niños que la poseen sean más inteligentes.

(Fuente: lavanguardia.com)